jueves, 5 de abril de 2012

Corre y escóndete. Ya vas tarde.

Algunas veces, cuando estás nerviosa, te comportas tan raro que la gente piensa que tienes un problema con ellos. Sí, lo tienes, pero no exactamente con ellos. Eres incapaz de afrontar riesgos. Vives acunándote en la comodidad. Siempre esperando, pensando, negándote experiencias.

Dime qué se siente. Dime cuáles son esos motivos a los que te aferras. Las mentiras y obstáculos que te has creado, sólo para quejarte de la vida. Sí, el problema está con ellos y esa relación que tienen contigo. Tú eres el problema y contagias todo lo que tocas.

No bastaba con hacerte pensar, tenías que involucrar a más personas. ¿No has aprendido aún? ¿Después de 3 años? Los problemas se quedan en casa. La experiencia así te lo dice. ¿Todavía sigues pensando que ayudará preocupar a alguien? ¿Tú? Cuyos problemas no se pueden considerar como tales porque sólo se convierten en eso cuando tu cabecita decide funcionar, encima mal. Te impide muchas cosas y no exclusivamente a ti.

¿Y tú eras inteligente? La que se tropieza consigo misma arrastrando. La que nunca está contenta con nada porque piensa que si ha conseguido algo es porque no es suficientemente bueno. La que recuerda cuando no debería e imagina futuros para que no se pueda vivir el presente.

Dime cuándo dejarás de ser esa persona. Dime cuándo dejarás de escribir qué hacer y lo harás.

Cuando los momentos de reírte sola por cosas recientes sean eso, risas, y no sólo una sonrisa, empezarás a funcionar de nuevo. 

Porque el caos es demasiado poco para ti, ¿verdad?