domingo, 16 de junio de 2013

El verano llega y se va, pero luego vuelve... creo

Tienes tu libertad de menos de 48h. Tus únicos momentos sin unos apuntes que entender, sin ejercicios que hacer, sin nervios por lo que está por venir. Pero como todo, se desvanece entre tus dedos cuando consigues alcanzarlo.

Mi cabeza ya no aguanta más, consumiéndose a la velocidad de la luz, normal que la media de horas de descanso que puedo obtener por la noche sea cada vez más pequeña. Me queda la oscuridad y el corazón acelerado, nervioso por si no es suficiente. Nunca lo será. Un grito encerrado en el pecho reta a las lágrimas, a ver quién puede más, quién puede empeorar la situación.

Eres una chica fuerte. Mentira.
Queda poco. Mentira.
Todo va a ir bien. Mentira.

Es como si tuviera los nudillos despellejados de pelear contra un muro. Sigo y el resultado no varía. ¿Cuándo la carne ganó a la roca? Después de cada puñetazo hay que reponerse y a veces tiene que ser tan rápido que sólo incrementa el dolor. Terminas cansada, derrotada, esperando a que la vida erosione el muro, pero ¿cuándo el viento ganó a la roca?


Quisiera estar con todos, riendo. Como en un anuncio de cerveza en verano. Arena, agua, música y felicidad. Estar con todos, pero a la vez los dos. Entrelazando nuestros dedos y con esa sensación de paz que produce que me rodees con tus brazos.

Tan alejado. Tan difícil que mi cabeza permita que ocurra.

¿Por qué?