Cada vez que le veo son chispas recorriendo mi piel. El corazón acelerándose, como si estuviera preparándome para correr hacia él. Para saltar y abrazarle mientras nos zambullimos en el vacío, que es agua, agua que vuelve todo silencio. Para que todo se pare lo suficiente para dejarme reaccionar y que se encuentren nuestros labios. Para que las burbujas de aire se escapen como plata y nos acaricien, fragmentándose. Para que nuestros labios sigan luchando mientras nos falta el aire, pero sin ser malo, sin ser doloroso. Para separarnos lentamente mientras nos hundimos, y encontrarnos flotando en una nada que es la base de todo. Para que miremos hacia arriba y veamos los miles de rayos de sol bailando en la superficie. Para que, durante unos segundos, juguemos a adivinar qué habrá al otro lado. Para que subamos y nos tiremos en la cálida arena, hundiendo los dedos y dejándonos descansar. Para sonreír.
Cada vez.
